Una de las razones del evidente fracaso al frente del Ministerio de Ambiente de un profesional del prestigio de Antonio Brack, está en la sombra que proyecta Alan García sobre la gente de su entorno (recordemos el fracaso de Yehude Simon, por ejemplo). Pero también en la creación precipitada de un Ministerio sin las competencias adecuadas para cumplir unas funciones estratégicamente vitales, no ya para nuestro país, sino para el conjunto del planeta.
Nuestros principales contaminadores son las minas, formales o informales, y éstas dependen del Ministerio de Energía y Minas, que siempre ha soslayado el efecto pernicioso que la minería formal causa a nuestras aguas, a nuestra atmósfera, a nuestros suelos.
Es por ello que el actual gobierno ha lanzado a la Marina de Guerra contra los informales de Madre de Dios, en un torpe ejercicio propagandístico, que ha dejado por lo menos dos muertos, que ha conmocionado la región amazónica, y que no ha resuelto ni mucho menos el problema de la contaminación por mercurio, una de las formas de agresión del suelo y las aguas más grave y perdurable que se conoce.
Otra de las áreas sensibles es la Agricultura, donde la utilización abusiva y excesiva de las empresas agroindustriales está llevando a regiones como Ica a un futuro y previsible desabastecimiento de la población, de los pequeños y medianos agricultores, mientras la exportación del espárrago enriquece a unos pocos. Pero el Ministerio de Agricultura, que ha asumido competencias que antes pertenecieron al INRENA, siempre se decanta a favor de los grandes lobbies.
No se trata sólo del fracaso evidente de Antonio Brack. La incursión de la Marina de Guerra en Madre de Dios, es una muestra de que el sistema utilizado nos lleva al fracaso.

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